Todos queremos esa relación perfecta… esos amores de película que
siempre empiezan mal pero que por C o por B, sabes que acabarán bien.
Pueden discutir, odiarse, insultarse, ponerse los cuernos, que al final
se tragarán su orgullo. En la vida real no es tan sencillo.
Aquí en
la Tierra nos cuesta decir te quiero y pedir perdón. Nos cuesta confiar
en alguien y abrir las puertas del alma después de que te hagan daño.
Aquí nadie te escribe el guión que tienes que seguir, todo se improvisa y
muchas veces la cagamos y no hay nadie que diga: ”¡Corten, repetimos!”.
La vida es muy puta, y puedes llegar a odiarla sin darte cuenta.
Aquí
nada es sencillo. Aquí las lágrimas no son colirio, son de verdad. Aquí
el dolor te duele, no se va cuando se baja el telón. En la vida real te
hacen daño, te rompen las ilusiones y no viene nadie detrás a retocarte
el maquillaje.
Te gustaría ser ella… pero no en la vida real, porque aquí tu príncipe azul nunca llegará a su hora, o puede que no llegue nunca.
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